Cosmogonía de mi deseo

Entre tus piernas
Después del púdico velo que cargas infame
Nace una noche viuda
Y un niño sin años me late.
Habré de morir con el alba
Designio de tus labios
Que venga entonces esa muerte de ti vestida
Que venga el beso.

Dame final por la espada o por el verbo, mujer,
No me redimas
No quiero más que tu sevicia
Rómpeme en dos con tu deseo.
Venga entonces tu primavera
Con su rocío
Con la caricia húmeda de tu piel desnuda
Con tu aletargada hoz.

Abre las puertas,
Apasionado reino,
El errante espera clemencia,
Dale asilo en tus muslos y vino de tu sexo.
Se la Venus que nace,
Espuma ansiada,
Ven con el vals de los tiempos y lunas guardadas
sangra tu deseo sobre mi.

Báñame querida con esa llovizna tuya
Que todo moja,
Que todo lo cubre cuando es
noche y tiemblas niña.
Dame ya la muerte que quiero
Dame el puñal.
Crucifícame sobre tu lecho y bésame.

No me dejes caer, amada
No quiero más que tu piel contra la mía hecha
Retazos de otros dioses
Ambrosia, vida.
Una sola, nuestra
Noche de otras vestida;
Ocaso, noche de otros mundos
Donde nace insolente este deseo mío.

Amada, hemos muerto.
Sobre tu cama
Quedan nuestros cadáveres reducidos a agua
Somos un río que se seca.
Amada, he nacido,
hecho manantial,
fuente de tus aguas al alba
noche de tus labios cuando el verbo los silencia.

Y te amo sin pudor
Sin crucifijo,
evangelio o profeta alguno,
solo con estos huesos, solo con estos huesos.

Comentarios

J. Bermellón ha dicho que…
¡Mirá que funciona loco! No solo ordena exageradamente las cadencias, le da los ritmos para los que usted siempre se consideró tan malo. Creo que has encontrado la llave de un brillante tesoro. Impecable y muy bien logrado.

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