El Columpio

Yo, que tengo esta palabra entre espalda y dentadura,
Que no he querido alabar dioses ni demonios.
Yo, que no he sido yo durante tanto tiempo
Y que a la vez he sido tan descarnadamente mi reflejo,
Quería cantar algunas cosas que he olvidado.

Yo, que te he calcado sobre el burdo papel de los párpados,
Que he trazado tu sombra con la torpeza del desespero.
Yo, que he jugado a bailar entre días y letras,
Y que no me resigno aún a la misa y a los domingos,
Quería entregarte algo que, parece, perdí.

Yo, que no te reconozco desde hace un par de solsticios,
Que no he parado de buscarte en nostalgias prestadas.
Yo, que no se de esperas, ni de cálculos y que te espero
Y que sumo lunas, ausencias y otras cosas inútiles,
Quería reprocharte tanto, pero he perdido las ganas.

Yo, que no olvido y que no recuerdo quién sos,
Que te busco en lugares que no frecuentas,
Yo, que te hago verbo inexistente, que te conjugo,
Que te canto con mis dedos rotos y viejos,
Quería escupirte la rabia que ahora ignoro.

Yo, que aborrezco la forma y el rito,
Que sigo las reglas para ofenderte.
Yo, que rehúso el templo y el sacrificio
Y que me ofrezco a ti como cordero,
Quería despertar de este sueño niño y tonto.

Yo, que no he hecho más que esto,
Ser un remedo de reclamo,
Una ridícula paráfrasis de adiós
Que termina en ruego y lamento,
Y en esto.
Yo, quería olvidarte,
Y no puedo.

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