La Última Noche
Siempre para Bicho,
siempre para vos,
siempre tuyo.
No tengo otra cosa,
Otra imagen, otra prenda,
Que el velo de tu recuerdo
A mi memoria fijado,
Cubriendo con tierna nostalgia,
La trémula carne de mis ganas.
Tú, en tu vértice del crepúsculo
No ves cómo, abrazado a mi mismo,
Te evoco desprovista de ti,
Pequeña Eva ojos de gato,
Entregada ahora, sin que lo sepas,
A mi afán de ti, de tu piel desvergonzada.
Mis manos te imitan en la caricia,
Y aunque con recia obviedad de la diferencia,
Sos vos, a mi aferrada,
Soy yo, obligándote a mi,
Y afuera la luna, celosa, se eriza.
Tu imagen florece al recuerdo,
Tu sombra dulcemente me cabalga,
Y el vesubio arrogante de tu pecho
Se yergue altanero cuando mis labios besan su espectro.
Solo hay viento, Alejandra.
Solo estoy yo, abarcándote en el vacío.
Entre el silencio se abren paso tus gemidos,
Rompiendo la ley de sosiego,
Y efervescente te entregas, te abres, te olvidas,
Entregada al péndulo del placer mío,
Te sacrificas y gritas,
Andrómeda quimérica.
Somos eclipse, somos mentira,
Pero como enredadera el engaño me vence
Y prefiero entonces la muerte solitaria
Con tu cuerpo como estandarte.
Muerto en mi cama con tu nombre en mi deseo;
Muerto en vida, con las ganas como himno.
Muero entonces,
hecho mares en tormenta.
Un último rugido de las ganas.
Una última caricia de tu memoria.
Hay silencio.
Somos eclipse, somos mentira,
Pero como enredadera el engaño me vence
Y prefiero entonces la muerte solitaria
Con tu cuerpo como estandarte.
Muerto en mi cama con tu nombre en mi deseo;
Muerto en vida, con las ganas como himno.
Muero entonces,
hecho mares en tormenta.
Un último rugido de las ganas.
Una última caricia de tu memoria.
Hay silencio.
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